Holmes recomienda empezar por lo más básico. El
método científico parte de algo que parece de lo más trivial: observar. Antes
de empezar a plantear las preguntas que definirán la investigación de un
crimen, un experimento científico o una decisión en principio tan banal como
invitar o no a un amigo a cenar, nos debemos centrar en lo más básico. No en
vano Holmes califica de «elementales» las bases de su investigación. Porque eso
es lo que son los elementos que definen el funcionamiento de algo, que hacen
que ese algo sea lo que es.
El método científico empieza con una amplia base de conocimientos, con una comprensión de los hechos y los contornos del problema que intentamos abordar. El problema al que se enfrenta Holmes en Estudio en escarlata es un misterioso asesinato en una casa abandonada de Lauriston Gardens. Cuando Holmes se da cuenta de que los inspectores Lestrade y Gregson no ven la similitud entre el asesinato que investigan y otro caso anterior, les recuerda que «nada hay nuevo bajo el sol... Cada acto o cada cosa tiene un precedente en el pasado».
Aquí es cuando el detective recurre a su imaginación y genera posibles líneas de investigación de los hechos sin limitarse a la posibilidad más evidente: en Estudio en escarlata, la palabra rache no tiene por qué ser un fragmento de Rachel; también puede ser el término en alemán que significa «venganza».
El siguiente paso es comprobar su hipótesis. Aquí, Holmes examinará todas las líneas de investigación y las eliminará una por una hasta que la que quede, por muy improbable que parezca, deba ser la correcta.
El método científico empieza con una amplia base de conocimientos, con una comprensión de los hechos y los contornos del problema que intentamos abordar. El problema al que se enfrenta Holmes en Estudio en escarlata es un misterioso asesinato en una casa abandonada de Lauriston Gardens. Cuando Holmes se da cuenta de que los inspectores Lestrade y Gregson no ven la similitud entre el asesinato que investigan y otro caso anterior, les recuerda que «nada hay nuevo bajo el sol... Cada acto o cada cosa tiene un precedente en el pasado».
Aquí es cuando el detective recurre a su imaginación y genera posibles líneas de investigación de los hechos sin limitarse a la posibilidad más evidente: en Estudio en escarlata, la palabra rache no tiene por qué ser un fragmento de Rachel; también puede ser el término en alemán que significa «venganza».
El siguiente paso es comprobar su hipótesis. Aquí, Holmes examinará todas las líneas de investigación y las eliminará una por una hasta que la que quede, por muy improbable que parezca, deba ser la correcta.
Cuando Holmes expone por primera vez los principios teóricos que subyacen en su método los reduce a esta idea básica: «Las innumerables cosas que a cualquiera le sería dado deducir no más que sometiendo a examen preciso y sistemático los acontecimientos de que el azar le hiciese testigo». Y eso incluye todos los pensamientos; en el mundo de Holmes no hay ni un pensamiento que se acepte sin más. Como él mismo comenta, «a partir de una gota de agua [...] cabría al lógico establecer la posible existencia de un océano Atlántico o unas cataratas del Niágara, aunque ni de lo uno ni de lo otro hubiese tenido jamás la más mínima noticia».
Así es el método científico en su forma más básica. Pero Holmes va más allá y aplica el mismo principio al ser humano: un seguidor de Holmes sabe que «apenas divisada una persona cualquiera, resulta hacedero inferir su historia completa, así como su oficio o profesión. Parece un ejercicio pueril y, sin embargo, afina la capacidad de observación, descubriendo los puntos más importantes y el modo de encontrarles respuesta». Cada observación, cada ejercicio, cada inferencia simple deducida de un simple hecho reforzará nuestra capacidad para desentrañar intrigas y tramas cada vez más complejas. Formará la base de nuevos hábitos de pensamiento que harán de esta observación algo natural.
Eso es, precisamente, lo que Holmes ha aprendido por su cuenta y que ahora nos puede enseñar. Es un método basado en la ciencia, en unos pasos muy concretos, en unos hábitos de pensamiento que se pueden aprender, cultivar y aplicar.
Siguiendo el pensamiento de Holmes, aprenderemos a aplicar su método en la vida cotidiana, a estar presentes y plenamente conscientes, y a tratar cada elección, cada problema y cada situación con la atención que merece. Puede que al principio parezca poco natural. Pero con el tiempo y con la práctica llegará a ser tan natural para nosotros como lo es para él.